Fernando de Szyszlo es uno de los artistas más importantes que surgió después de la segunda guerra mundial en Latinoamérica. La obra de Szyszlo vacila en el crepúsculo entre lo abstracto y lo figurativo. Sus pinturas evocan lo quieto, monumental y poderoso de las formas prehispánicas mientras que al mismo tiempo sugieren las energías dinámicas y a menudo violentas de sus nucleos poéticos y espirituales. La oscuridad del arte de Szyszlo contrasta con su amor a la textura, al color y al diseño, en particular por su apreciación de los textiles pre-hispános y su inclusión como motivo en sus pinturas.
Szyszlo habla del hombre moderno e interpreta a ese ser cargado de dudas y experiencias; hay un drama que está invariablemente centrado en las tensiones de la transformación física y espiritual, y a los rituales de la muerte y vida. el que “pinta al hombre que busca el significado de un misterio oculto, la verdad de la contingencia y de lo sagrado en un mundo donde se producen todos los sacrificios y donde se hacen necesarias ofrendas para acercarnos a lo que no tiene explicación. Y en esas formas cargadas de sentido palpita la angustia, que es una experiencia densa”, como lo describe Ana María Escallón, cuando fue directora del Museo de Arte de las América con sede en Washington.
Szyszlo vivió en París y en Florencia de 1948-1955 y luego regresó a Perú. En 1962 se convirtió en profesor de arte en Cornell University y en 1965 estuvo en Yale University como profesor invitado. Su primera exhibición fué en 1947, y desde entonces, su obra fue exhibida y reconocida en todo el mundo: Bienal de Venecia; Bienal de Sao Paulo; the Guggenheim Museum, New York; the Art Institute, Chicago; y el Museo Rufino Tamayo, en la Ciudad de México.
Información técnica
Medio: Pintura
Técnica: Mixta sobre lienzo
Medida: 150 x 150 cm
Año: 2011.
Ubicación: Bogotá
Estado: Exposición