Leyla Cárdenas (1975) es sin duda una de las mayores renovadoras del lenguaje escultórico en Colombia. Se ubica en las antípodas de las practicas modernistas de esculpir, modelar, martillar, fundir, al acudir a acciones como despegar, calcar, pelar, deshilar, deshacer. Mientras los maestros constructivistas como Negret, Ramírez Villamizar o Castles erigían objetos límpidos, minimalistas, despojados; la búsqueda deconstructivista de Cárdenas acude, en cambio, al escombro, al fragmento, a los restos de cosas que arrastran adherencias de sus usos pasados.
Así, Cárdenas no crea, como aquellos escultores, objetos nuevos a partir de elementos asépticos, sin relación con su entorno, vueltos sobre sí mismos, complacidos en su autonomía formal. Al contrario, la artista en lugar de traer nuevos ruidos al mundo, le presta oído a los murmullos sepultados en las ruinas de las formas. Interroga los espacios marginales donde los grandes enunciados del urbanismo y de la arquitectura parecían vacíos, mudos y vencidos. Y estos se materializan y hablan. En este sentido, no produce, sino que pos-produce (para usar el concepto de Nicolas Bourriaud), con lo que ya está hecho y muchas veces desechado.
Desde sus primeros trabajos ha concentrado su rigor de arqueóloga sobre hechos urbanísticos y arquitectónicos al interrogar las calles, culatas y casas viejas de Bogotá (papeles de colgadura del siglo XIX, la Estación de la Sabana), sus debacles (la demolición de El Cartucho) o las memorias espaciales de cada lugar donde se expone (ya sea Honda, Los Ángeles o Maastricht) Sin embargo en su último proyecto “Reconocer” (2017), del cual hacen parte esculturas, sus preguntas alcanzan una dimensión geológica. No solo los imperios de mármol se deshacen en el transcurso de la historia, parece decirnos allí, sino que, siguiendo una visión de aliento oriental, hasta las mismas montañas son apenas un suspiro efímero cuando la escala es la eternidad.
Este espíritu es el que le da vida a las esculturas Si las rocas nacieran al revés, donde el tiempo observado ya no es solo el de la cultura sino el cósmico. En este sentido, la Tierra pareciera ser apenas la condensación provisional de los siempre fluidos ciclos naturales. Por eso no hay final. Cárdenas paradójicamente nos acerca a estos enunciados metafísicos con un exceso de fisicidad Estas esculturas son tiempo encarnado. Están cargadas de historias, aunque no tengan anécdotas, de materia aunque hablen de su inminente disolución, de dinamismo en su estatismo. Son un hálito de tiempo y espacio concentrado y tangible, como el del universo. Inquietante metáfora a la que la artista puede llegar por el vuelo de su pensamiento holístico, por el conocimiento del mundo que la rodea, por su investigación plástica pero también científica y por el manejo impecable de los nuevos lenguajes de la escultura contemporánea.
Información técnica
Medio: Escultura
Técnica: Impresión inkjet sobre papel, montada en akuminio y cemento
Medida: medidas variables
Año: 2011.
Ubicación: Bogotá
Estado: Propia