La carrera de Alejandro de Narváez está modulada por la pintura figurativa. Entroncando con la tradición de los grandes clásicos, a los que ha estudiado con una pasión escrupulosa, Narváez se sitúa como continuador y crítico de la misma. El estudio formal de las técnicas pictóricas de Picasso, Dalí, Alejandro Obregón, los impresionistas, fue para el autor el camino hacia la construcción de su propio lenguaje.
Alejado de las tendencias que proponen el fin de la pintura, Narváez se centró en la exploración temática del paisaje urbano y rural, así como del bodegón. En esta búsqueda, que tiene raíces en su formación como arquitecto, es posible percibir un interés por la figuración no realista, particularmente en sus paisajes, que lo acerca más al impresionismo o incluso al abstraccionismo en algunos momentos de su obra, con fuertes remembranzas de maestros locales de esta tendencia, como Ariza o incluso Obregón.
En cuanto a los bodegones, que él prefiere llamar “naturalezas vivas”, hay efectivamente una preocupación por aquellos procesos vitales que revelan el paso del tiempo, como la descomposición de la fruta, en contraposición a la perennidad de la piedra y el cemento, abordados profusamente desde lo arquitectónico. Esta pregunta que vuelve sobre lo natural da cuenta de una coherencia temática que deviene en propuesta estética, más allá de lo pictórico figurativo.
Acaso menos conocida, la obra escultórica de Narváez se mueve también con soltura entre lo abstracto y lo figurativo. El uso de algunos metales y de ciertas tácticas constructivas y formales la hace depositaria de esa línea que en la historia del arte de Colombia entronca con la obra de Negret, e incluso de Ramírez Villamizar. Tendencia escultórica que ha roto con los materiales nobles e impolutos de la tradición académica para explorar las texturas industriales de las sociedades actuales. Materiales culturales, con historias, cicatrices y vida propia.
Es acaso su organicidad la que le otorga a su trabajo escultural una coherencia y una afinidad con su obra pictórica. Hay allí una cierta pregunta por lo esencial que arranca por el material, sometido en ocasiones a la pátina del tiempo y que, por ende, nos habla de lo perecedero, un tema que ya había abordado desde el hiperrealismo de sus frutas en descomposición. Pero también lo geométrico tiene que ver con lo primordial, con lo raizal, con lo aborigen. La evocación de las culturas precolombinas es clara en muchas de sus esculturas, como una clara afirmación de su vocación por lo esencial. En este tipo de gestos, como una serpiente que se muerde la cola, lo ancestral se toca con lo contemporáneo, siguiendo la brecha abierta por Picasso, Brancusi o Giacometti en los albores del siglo XX.
No obstante, su firme vocación figurativa también se hace presente en este ámbito de su producción. La naturaleza es en este caso el puente entre la bidimensionalidad y la tridimensionalidad. La vegetación frondosa de sus pinturas se repite en sus esculturas, lo mismo que los animales que alzan el vuelo. En su obra Paloma, se presenta en particular este reto que resuelve desde las posibilidades y límites del lenguaje y los materiales. E incluso de las leyes inquebrantables de la física y la gravedad. Porque aunque hay aquí cierto nivel de imitación de las formas naturales, el interés de la escultura continúa siendo primordialmente el de la resolución de problemas constructivos como el del equilibrio, el ritmo, el peso, la densidad, y la propia naturaleza de su estructura. Para ello, el vuelo imposible de una paloma de acero es la figura que usa, más para hablar de la esencia de lo matérico que para aludir a simbolismos o mitologías telúricas como lo habría hecho Negret, por ejemplo. Hay pues un guiño hacia el exterior en los contornos generales de la pieza donde el ojo puede llegar a evocar a un animal, pero conservando en todo momento la concentración y el énfasis en los intrínsecos problemas formales, como lo hace toda escultura modernista
Información técnica
Medio: Escultura
Técnica: Acero pintado
Medida: 150 x 68 x 47 cm
Año: 2016.
Ubicación: Bogotá
Estado: Propia