Dibujos de la serie escencial

Rodrigo Echeberri

Al contemplar esta obra de Rodrigo Echeverri, uno podría fácilmente caer en asociaciones ligeras con el minimalismo norteamericano, en particular la obra de Donald Judd (construída a partir de un único elemento modular) de quien por cierto el artista se declara tributario. Sin embargo allí termina toda analogía y ello se debe fundamentalmente a la obra del propio Echeverri. Como él mismo afirma “aquello que en Estados Unidos se encuentra inmaculado, sin ninguna referencia contextual o narrativa, en mi caso se carga con experiencias personales, con la percepción de los acontecimientos nacionales”.

Habría que indagar por ese referente implícito en una obra que se nos presenta como pura abstracción y que sin embargo está preñada de contexto. Siendo, como señala Echeverri, autorreferencial, hunde sus raíces en su trayectoria artística. Su tesis de grado, titulada Perspectiva urbana de una guerra rural (2002), consistente en unas cajas que contienen maquetas, las cuales se pueden observar desde un orificio que sirve de ojo mágico, indica ya que es el pulso de la guerra colombiana el que late en el interior de la obra de Echeverri.

Con el performance Cosecharás (2004), obtuvo el primer premio en la convocatoria Cuerpo, Arte y Naturaleza, del Jardín Botánico de Bogotá. Claramente inspirado en los cuerpos torturados de la serie Los desastres de la guerra, de Francisco de Goya, crea un video alusivo al desplazamiento en el que campesinos se hunden lenta y ominosamente en la tierra que debían cultivar y que ahora es fertilizada con sus cuerpos. La tierra que entierra se constituye así en un primer referente que dotará de sentido su obra pictórica posterior.

En la obra Bibliografía (2007) su mirada se abre a “conflictos globales que nos tocan; a problemas como la inmigración, la religión, la economía y la política”, en tanto que su mirada se hace más irónica. Allí interviene libros como un diccionario inglés- coreano con dibujos de plantas nucleares o uno inglés – español ilustrado con un muro fronterizo, para crear una obra dotada de un sarcasmo angustiado que no cesa en su contemporaneidad.

Echeverri decide dar un giro a su obra, tanto en lo formal como en lo conceptual. En cuanto a lo primero, hay un tránsito hacia lo pictórico a partir de la obra Contenidos (2005), una serie en la que utiliza tinta de tóner para producir dibujos en blanco y negro de paralelepípedos oblongos que evocan el cajón que contiene, como antes la tierra, los cuerpos. Se trata de una mirada que empieza a tomar distancia desde lo referencial y lo estético, que huye de lo obvio para situarse en otro plano más sutil de la sensibilidad.

Tensando esta distancia, su siguiente exposición Cajas negras (2006), vuelve sobre el tema de los cajones, en esta ocasión pintados de rojo con cierta mordacidad, en alusión a las cajas negras de los aviones, pero también a la destrucción violenta. Atento a la reacción del público, que mostró cierta tendencia a identificar estos objetos como ladrillos, declaró sobre su siguiente aparición ante el público, en 2007: «La exposición (en la galería Casas Riegner) se llama No todo es blanco y negro y estos son ataúdes».

Sin embargo es precisamente el comentario oblicuo, el rechazo a la literalidad, lo que eleva la obra de Echeverri por encima de la denuncia directa. La alusión al féretro juega con lo volumétrico y lleva la discusión al terreno formal, donde el módulo tridimensional que lo evoca es representado bidimensionalmente desde la pintura, confundiendo al ojo, y adicionalmente el contenido mismo de esta representación es aludido por el material que el artista utiliza, la madera, como sucede en la exposición Astilla en el ojo (2009).

Partiendo de una reflexión sobre el ciclo incesante de destrucción y construcción, el artista empieza a reciclar el material de obras anteriores, para llegar a figuras poliédricas e irregulares que evocan el módulo original. Y dando otra vuelta de tuerca a este proceso autorreferencial, transporta la alusión a nuevos materiales, como el papel y la tinta para madera, como lo hace en esta obra, exhibida por primera vez en la exposición Esencial de 2015.

Es pues esta una apuesta resultado de una investigación seria y constante de los aspectos formales que incumben a un artista conocedor y preocupado por los lenguajes contemporáneos. Y, por otro lado, la expresión de un individuo conectado con su contexto histórico y geográfico, frente al cual tiene una posición política que guía finalmente no solo sus procesos sino también los resultados, como lo es esta obra intrigante, actual y cuestionadora.

Información técnica

Medio: Dibujo

Técnica: Dibujo en papel recortado con intervenciones de chapilla

Medida: 55 x 38 cm c/u

Año: 2015.

Ubicación: Medellín

Estado: Propia